Patricia Frutos
Como cualquier espectador siento curiosidad y me acerco al lienzo con intensidad, casi sin darme cuenta, las grullas me abrazan para cobijarme. Doy un paso pero no me quiero ir, entonces las tibieza de una mano suave me conduce a un bosque y la mujer que los habita me teje un sombrero contra el tiempo. Ahora el lienzo es mi hogar.